sábado, 13 de julio de 2013

frente de tormenta


                                             Frente de tormenta

1

Hacía ya varios días que no se hablaba de otra cosa, la atmósfera se había cargado a tal punto que el vendaval era casi una certeza. La gente del pueblo conocedor de lo desbastador de las tormentas, había tomado las medidas de seguridad rutinarias para el caso, aunque se mantenía una desconfianza desmedida, un nerviosismo aparentemente infundado.
En la casa de los Uriarte, la familia más acaudalada de la ciudad pueblo, no tienen tiempo para fijarse en la tormenta ni les importa. La mansión donde viven está ubicada en un lugar elevado, rodeado de una muralla de pinos que asemeja a los muros de un castillo. Una familia compuesta por un padre terriblemente dominante y una madre por demás sometida y los cinco hijos de su matrimonio, tres de ellos solteros y los otros dos casados y con sus mujeres e hijo. Y viven en ese palacete por “disposición” del gran jerarca a quien nadie discutió nada….hasta ahora.
No es amigable la convivencia dentro de la mansión y se producen choques que son tremendos, por mantener sus privilegios y poder dentro de la familia. La madre que siempre trata de limar asperezas, hace malabares para evitar que la sangre llegue al río.
Entre hermanos no hay grandes diferencias, pero cuando entran a tallar las cuñadas,  la cosa se complica y comienzan con discusiones y pases de factura de todo tipo y tenor, que llegan a ser muy airadas. Los hermanos mayores son Julián y Federico y el resto son un muchacho de quince años, Pablo y dos muchachas de diecinueve y veintiún años, Elisa y Rosalía.
Pablo estudia el secundario en el pueblo en una escuela privada y hace jornada doble y vive en un mundo irreal formado por computadoras y juegos de todo tipo y un grupo de amigos de su misma edad que andan sólo en busca de diversión. Elisa viaja todos los días hasta la ciudad más próxima donde hay una facultad de  agronomía y cursa las primeras materias y Rosalía que ya probó un par de carreras y las abandonó y ahora toma clases de piano y lírica con un profesor privado en su propia casa.
Los hermanos mayores Julio y Federico, junto a su padre manejan una empresa de transporte, la más grande del oeste con una flota de más de cuatrocientos a camiones. Las esposas de Julio y Federico, Olga y Elvira se dedican a los menesteres de la casa Doña Adelaida, es la madre, una mujer robusta, de anchas caderas, muy blanca y de cabellos aun muy negros y de rasgos muy finos, pero ya con cincuenta años y un rostro que muestra muchas arrugas y gestos de resignación. Y don Aristóbulo, el señor de los camiones, que llegó a ser  muy rico, entre otras cosas, por no tener el mínimo escrúpulo a la hora de hacer negocios de todo tipo con quien fuera. Este señor tiene en el pueblo una amante, que vive en una hermosa casa que él mandó a construir, donde ella vive junto con su madre, no ejerciendo ninguna actividad y siendo mantenida hasta en lo mínimo por el señor de los camiones, y a la cual hace controlar sin disimulo. Esto es archi conocido en el pueblo y por toda la flota de camioneros que trabajan en su empresa.
Doña Adelaida sospecha desde hace muchos años que él tiene algo por ahí, pero no se imagina hasta donde llega el asunto.

2

Llegando el ocaso, el cielo se puso muy oscuro, empezaron escucharse los primeros truenos y un viento furioso se desató con violencia inusitada y para que el espectáculo fuera completo un alud de cascotes, por que ya no se podía decir que era granizo, empezó a golpear y destrozar cuanto encontró a su paso. El aluvión pareció no terminar nunca y los resultados de la catástrofe fueron tremendos.
En la mansión produjo algunos destrozos pero no fueron importantes. Los generadores hicieron que nunca les faltara energía eléctrica. Sin embargo don Aristóbulo no cesaba de mirar por un ventanal de la amplia sala hacia el lado del pueblo, como queriendo penetrar en la oscuridad y poder llegar a ver como la estaría pasando su querida.
Doña Adelaida notó su preocupación y acercándosele mansamente, le pregunto que le preocupaba. Este reaccionó intempestivamente y le retrucó” no ves la tormenta, cómo querés que esté con tantos camiones en las ruta ¿”. Ella no respondió, se quedó parada al lado de él mirando por el ventanal, pero no hacia el mismo lugar.
Federico había visto y escuchado la escena y sintió un calor en la cara y una furia tan grande que apenas si se contuvo para no saltar y cantarle en la cara su desfachatez, sabiendo como sabe de su historia fuera de su casa. Y solo como para acompañar a su madre de algún modo, la llamó y le preguntó una nimiedad para sacarla de esa penosa situación.
A pesar de la tormenta, la cena se sirvió como siempre a la misma hora. A las veintiuna horas todos los comensales habían ocupado sus puestos en el comedor, menos Julio que había viajado a Buenos Aires Capital para cerrar un negocio con una empresa portuaria.
La cena transcurría en calma y con comentarios sobre la tormenta que aun seguía en todo su esplendor y todo parecía indicar que así continuaría de no haber sido por que
Olga que a su lado tenía a su bebé en una cuna, comentó, “y pensar que esta noche mi hijo y yo vamos a estar tan solos y con esta tormenta”. Se hizo un silencio total y fue primero doña Adelaida que salió al paso diciendo, “no te preocupes querida que estamos todos aquí, quedate tranquila”.” Sí gracias Adelaida pero yo no tengo que ser siempre la que se queda sin marido”, le devolvió Olga. Y fue como si de pronto estallara un volcán, don Aristóbulo pegó un golpe en la mesa que hizo volcar mas de una copa y a grito pelado increpó a su nuera, diciéndole” Pero vos que te crees que esta empresa no requiere sacrificios, vos te crees que la empresa va a seguir adelante si tu maridito se queda a calentarte el culo todas las noches y los negocios lo hace la competencia”.
Ella que no es del palo de las Adelaida, mirándolo altanera, le dijo,”Parece que vos tenés un solo hijo para los mandados”, como vos no querés alejarte del pueblo, entonces lo tenés a Julio de emisario por no decir alcahuete”.
Enfrente se encontraba Elvira quien reaccionó al sentirse agredida y le espectó, “D e que te quejás querida, o te crees que el hace esto gratis, flor de comisión y tajada se lleva en el reparto, no seas hipócrita”.
El viejo Aristóbulo se la vio venir y presintió que si no lo paraba, la discusión podía entrar en un terreno peligroso para el mismo y haciéndose el calmado y recapacitado y dirigiéndose primero aOlga le dijo,” bueno querida, perdoname, no te pongas así, pero la realidad es que Julio está más preparado para manejar este asunto, aun mejor que yo, por eso no había otra posibilidad y nadie pensó que esta tormenta llegase a ser tan terrible, pero estamos juntos, todo va a salir bien. Elvirita no te pongas así, por que en poco tiempo será el turno de Federico de manejar estos negocios. Si bien las caras de malestar persistieron por el resto de la cena, no hubo sobremesa y cada uno se separó en diferentes partes de la casa sin mayores comentarios. En el comedor se había quedado don Aristóbulo, su mujer y sus dos hijas. Pablo casi no cenó y más rápido que nunca desapareció del comedor para meterse en su cuarto a jugar con la play.
Fue Rosalía la que dirigiéndose hacia su padre le dijo-“No entiendo cómo tolerás que esa desagradecida te conteste de ese modo, quien carajo se cree que es, sino le ponés coto a esta situación, un día de estos vamos a ser sus sirvientes” “Papá ella se mete en todo, quiere mandar, quiere decidir, pasar por encima de nosotras y de mamá” “ Qué te pasa? Primero reaccionás como un loco y con tres palabras de esta mina, te diste vuelta como un panqueque”…
            Don Aristóbulo se quedó mirándola unos segundos buscando una respuesta mas o menos elegante para salir airoso que no encontró y optó por algo sin sentido como “vos estás sugestionada por la tormenta y le has dado mas importancia a este pequeño incidente del que tiene, esto no da para mas” ” Está bien, dejemos que todo siga así, cuando la bola se haga muy grande y empiece a rodar vamos a ver como la parás”, se le oyó decir a Rosalía yéndose del comedor.
La tormenta fue amainando con las horas y ya en la mañana no llovía más. La temperatura había bajado en quince grados y el cielo comenzaba a abrirse. La imagen que se ofrecía los ojos de la gente era tremenda, los daños eran importantes, casas destruidas o sin techo, postes y cables caídos por doquier, así como también árboles centenarios arrancados de raíz, las calles inundadas y varios barrios en emergencia. Un panorama desalentador. Inmediatamente se organizó la recuperación, comenzando por la limpieza de las calles y el levantando de los cables de electricidad y las palmeras que los sostienen.
Fue una buena excusa para que don Aristóbulo saliera a colaborar con el pueblo y desaparecer por casi todo el día, solo para ir a reunirse con su amorcito.
Julio llegó a la empresa directamente, donde despachó unos asuntos y se interiorizó de la situación de la flota que estuvo de viaje durante la tormenta, no habiéndose registrado ninguna novedad. Buscó a su padre y al no encontrarlo supuso donde estaría. Se marchó para su casa.

3

No fue mas que llegar y recibir una catarata de reproches por parte de su mujer, que estaba particularmente enojada con su padre y lo mal que la había tratado y lo guarango que había sido. A Julio que conoce tan bien a su padre no le sorprendió ese comportamiento de energúmeno que es su marca registrada. Pensó que debería de hablar con su viejo a solas y aclarar algunas cosas. Ya tenía bastante con tener que hacerse cargo de la empresa, con su viejo metido entre las faldas de esa mina y su hermano que era un inútil de mierda, un reverendo pelotudo y encima casado y con un hijo.
Después fue a saludar a su madre, quien lo recibió con gran alegría y mucho afecto, ya que al ser el hijo mayor lo tiene como el único capaz de poner un poco de sentido común en su familia.
Almorzaron los pocos que estaban y no hubo otros comentarios que los referidos a los destrozos acusados por la tormenta y cómo Don Aristóbulo se puso al frente de la organización de las tareas de recuperación, cosa que a Julio le produjo un asco tremendo.
Era noche de viernes en el pueblo y una de las dos discos que increíblemente no sufrió daños importantes y ya con energía, se dispuso a abrir sus puertas para que los jóvenes y los no tanto, se dieran cita en sus pistas para bailar y armar un programa para la salida, además de muchas parejas que se divertían en ese lugar de encuentro.
Y como en todo pueblo, los trampas están en su justo medio y tiempo, allí van a parar aquellas parejas que no se pueden mostrar en publico en el pueblo, pero allí entre tanta gente y en algún lugar especial algo escondidos se pueden encontrar a varios personajes. En uno de esos reservados se encontraba la querida de don Aristóbulo con un amante joven teniendo sexo. Hacía tiempo que en todos los bailes de fin de semana se repite esta situación, aprovechada  por la mujer, arriesgándose  a ser vista pero decidida a no perder a su hombre. Combinada con el dueño del boliche, ella siempre llega por una entrada especial autorizada y por la misma  retira, siendo imposible detectarla dentro del baile. Pero el diablo metió el rabo y alguien por error se equivocó de reservado y cuando quiso acordarse se dio de narices con la pareja en plena actividad y al  reconocerla, salió como disparado del lugar para correr a contárselo a todos los vagos amigos que estaban en el baile.
La noticia corrió como un relámpago dentro del boliche y ya para el sábado todo el pueblo lo sabía. A media tarde del sábado un anónimo llegó al celular de don Aristóbulo con un mensaje que decía: “Sabías viejo de mierda que tu hembra anda cojiendo todos los viernes con un pendejo en el boliche La Covacha”?
Una inmensa furia se apoderó de él, confirmando una sospecha que hacía tiempo lo acosaba, pues más de una vez la llamó a su celular y ella no le respondió, alegando falta de señal. “Así que esta hija de puta anda cagándome con un pendejo…te vas a arrepentir para toda la vida, me la vas a pagar puta de mierda”, pensó y maldijo a su hasta hoy bien querida.

4

El pueblo en cuatro semanas había vuelto a la normalidad. Todo el mundo recuperó los servicios básicos y salvo algunas casas muy comprometidas, el resto parecía no haberse enterado de la tormenta. Cuando se escuchó la sirena de los bomberos, habían pasado no más de diez segundos después  de escucharse la explosión. La gente se asomó para ver hacia donde iba la autobomba, aun que no hizo falta. Se dirigía hacia el lado norte, al barrio bacán. Allí desde lejos se veía una columna de humo, señalando el lugar donde ocurrió el siniestro.
Los primeros en llegar, los curiosos, vieron la casa destruida. Nada había quedado en pie y una densa atmósfera de humo rodeaba el lugar mostrando una dantesca escena.
Según se comentó, parece que una señora mayor dejó una hornalla de su cocina abierta, al salir a cenar con su hija y al volver y encender la luz, todo voló por los aires. Ambas mujeres murieron en el acto y la destrucción fue total y nada se averiguó, de ahí en más.
Para don Aristóbulo, en muy poco tiempo, su situación cambió totalmente. Se había liberado de un lastre que desde todo punto de vista, le ocasionaba muchos problemas. La justicia divina, había decidido darle otra oportunidad y él  muy pío se aferró con uñas y dientes. Sin embargo en el pueblo, nadie creía en la justicia divina, sino más bien en una venganza cruel del señor de los camiones resentido y despechado por la traición de su querida, en una doble señal de impunidad y para que nadie se atreva a traicionarlo.

5

Julián buscó el momento justo para encontrarse con su padre en un momento de descanso, tomándolo por sorpresa y no dándole ninguna oportunidad para una eventual evasiva. Tenía una pila de asuntos atrasados que no tenían nada que ver con la empresa, pero que necesitaba tratar inmediatamente y sin más postergaciones. Don Aristóbulo, zorro viejo, preparado para combates con pesos pesados , sintió que la próxima pelea iba a ser mucho más que dura y salió al cuadrilátero, con los guantes bien ajustados y los ojos fijos en los puños del rival.
Mirá viejo, a mi me importa tres carajos lo que hacés con tu vida, donde vas a coger ni con que mina te metés, es tu vida, pero sucede, que no si te acordás que sos un tipo casado con una señora que se llama Adelaida, que oh casualidad es mi madre y que  me produce un terrible asco que esté en la boca de todos como la pobre cornuda del camionero. Vos no tenés límite , has dejado la imagen de mi madre en el lodo, para la risa de todo el pueblo, sos un hijo de puta!
Dicen en el boxeo, que con un buen golpe se derriba al rival, aunque el golpe que le aplicó Julián a su padre, no lo tumbó, lo dejó grogui. También dicen que en ese estado si no hay tregua es casi seguro que termine en la lona.
Y siguió “Además con que derecho te metés a opinar cuantas veces le caliento el culo a mi mujer, que mierda te importa de mi vida privada, casi nos obligaste a quedarnos en la casa, con excusa de la familia unida y la empresa y bla bla, cuando en realidad tu juego era tenernos a todos controlados y vos andar de  joda por ahí sin que nadie te molestara.”
“Tengo que aguantar las quejas de mis hermanas, de mi mujer, ver la cara de mi pobre madre que se muere de tristeza, tolerar al pelotudo de Federico que gracias a vos se quedó en la vida cómoda de mantenido, incapaz de pensar algo por cuenta propia y ahora como corolario, escuchar los rumores cada vez más fuertes que vos mandaste a dos tipos de la tropa a quemar la casa de tu querida”.
“Como están dadas las cosas, vos te creés que yo me voy a quedar chupándome el dedo, esperando tu próxima movida. Desde ya te digo que esto  se terminó. Antes de fin de mes me voy de la casa, no aguanto más. Y te exijo que pensés muy bien lo que vas a hacer y cómo lo vas a hacer, por que sino, yo me abro y es definitivo!”
El golpe fue letal, no lo esperaba, el castillo se derrumbaba y se le caía todo encima y ya no tenía capacidad de reacción, o pedía ayuda o quedaba bajo los escombros.
Con una voz que no era la suya, don Aristóbulo, ahora mucho más viejo de lo que era, le suplicó que no lo abandonara en este momento, que estaba arrepentido de su reacción durante la cena pasada, que es muy difícil manejarse con tantas mujeres en la mesa y que le tuviera paciencia a Fede, que no era malo, solo un poco desconectado y que el no tenía nada que ver con el accidente, si le reconoció haber tenido de amante a la mina y que siempre trató de ocultar lo mejor que pudo  a su querida pero pueblo chico…
“Entonces dejate de joder, terminemos con esta farsa, juntá a todos los socios minoritarios que te has conseguido y a los demás que forman la sociedad a un asamblea general para elegir nuevo presidente de la compañía y en la misma me proponés para el cargo y no se habla más”

6

La mudanza se produjo unos días antes de fin de mes, pues Julián decidió alquilar una casa bastante alejada del palacio del camionero, para establecer una distancia justa y necesaria. Quien más sintió la ida del matrimonio y su hijo fue doña Adelaida, quien tenía los ojos rojos de haber llorado mucho con la noticia. Para el resto, pasó como un suceso más en esa casa de locos.
La asamblea se efectuó el primer día hábil del mes siguiente, con la presencia de todos los convocados, y tras una breve lectura de asuntos generales se trató el tema en cuestión, el cual fue aprobado por mayoría total. Don Aristóbulo quedó como presidente
Honorario y fue ungido como nuevo presidente de la empresa “don Julián”.
En el nuevo directorio Federico no ocupaba ningún puesto y debía dedicarse al control de todas las cargas y descargas de toda la flota con un equipo a su cargo y una red de computadoras. Don Aristóbulo ya no debería ir más a la empresa y viviría cómodamente con una asignación muy jugosa, mas el reparto de ganancias, más las regalías obtenidas por el alquiler de un sin números de inmuebles que poseía.

7

Pablo había cumplido dieciséis años  y de regalo el padre no tuvo mejor idea que comprarle una moto importada de 250 cilindradas, un fierro decían  los amigos de Pablo y Pablo como todo pendejo se subió al bólido como si se montara a una mujer en celo.
La noche próxima en la madrugada corriendo picada cargado de alcohol y drogas se estrelló contra un árbol de gran porte, iba con su novia, se mataron los dos.
Demasiado duro para el corazón de don Aristóbulo, era el benjamín y el le había dado el arma para que se matara, así que con otra arma en su escritorio terminó con la suya. No fueron buenos tiempos en la familia Uriarte, la fatalidad se ensañó con ella, de tal modo, que en poco tiempo se vio diezmada de tal modo que la casa que era grande quedó prácticamente vacía y mucho más inmensa. Elisa formó pareja con un estudiante también de agronomía, hijo único de un estanciero de gran fortuna y se quedó a vivir en el pueblo y rara vez apareció. Adelaida y Rosalía seguían aun en la casa, una llorando sus difuntos y la otra oxidándose irremediablemente. Federico primero se fue de la casa, comprándose unas tierras hacia el lado norte del pueblo y estableciéndose en una casa que luego fue mejorando y al poco tiempo dejó la empresa para dedicarse a las tareas rurales, junto a su mujer.
Julián cerró el ciclo. Tuvo con su mujer cinco hijos. El mayor que conocieron los dos abuelos y luego otro varón y después dos mujeres y por último otro varón.


En la casa de los Uriarte se fueron las que quedaban casi seguidas, madre e hija, y la ruindad fue total y el frente de tormenta desatado unos años antes terminó su lento estrago.




                                                                                     asheclownhualot





2 comentarios:

  1. El cuento excelente y el nombre del autor, nombre del libro, editorial?????

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    1. Hola! Disculpa la tardanza recién lo veo. Hualot es el autor. No tiene editorial. Gracias por el comentario! Abrazo.

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