sábado, 13 de julio de 2013


Asumir la vida

 Existen en el corazón de cada hombre diferentes calidades de amores y de odios. En  este caso en especial el odio no está presente, no tiene cabida, por lo tanto el único presente es el amor.
El primer amor siempre es el de los padres, ellos son los primeros en nuestra vida, los que nos enseñan desde los primeros pasos lo necesario hasta largarnos solos.
El segundo amor es el de los adolescentes, es el amor más puro, idealista e imbatible. Capaz de llegar a la entrega máxima...hasta la vida por un amor!
El tercer amor es el definitivo, es el que nos ata para siempre a otro ser para formar una familia , esto es tener hijos, criarlos, darles lo mejor y encaminarlos hacia un lugar en el mundo para que puedan ser medianamente felices, ya que de eso se trata esta vida.
Hasta aquí todo parece ser demasiado equilibrado, un bonito cuento, que podría terminar en un par de renglones, sino fuera porque en esta vida, nada sale tan redondito ni perfecto ni equilibrado.
Y ahí es que comienza verdaderamente nuestro cuento y digo nuestro, porque esto que le pasa a mi protagonista es tan trivial, tan común, tan usual como lo que le ocurre al común de mucha gente que anda por ahí, riendo o llorando, más veces sufriendo que siendo feliz.
Puede ser, que Carlos no se hubiera dado cuenta cuan hondo habían calado sus palabras en el alma de Alina, pero desde ese día todo cambió entre los dos. Ella lo dejó de mirar como ese amigo de campamento, de guitarreadas, de horas de profunda meditación alrededor de un fuego.
Ella sintió que ese muchacho algo mayor que ella, era el que le había sacudido el alma, que todo lo anterior fueron sólo floreos de adolescentes como ese eterno novio, paciente y buenudo, que la respetó tanto y tanto le toleró, que se convirtió en un hermano y nunca en su amante.
Pero Carlos era imponente con ese traje negro que le caía tan elegante o cuando desmontaba de su caballo de equitación, con ese cuerpo estilizado y esa sonrisa ganadora, feliz, libre y ...
Pero Carlos opacaba a todos los demás y a ella le opacaba las pocas neuronas que aún no se habían rendido a su seducción y fue casi como previsible la circunstancia de un retiro , para encontrarse y tener el primer encuentro que cambiaría finalmente la vida de ambos y que abriría una brecha de tiempo y distancia, jamás pensada entre los dos.
Cuando Alina supo que estaba encinta, sintió que el mundo se disolvía debajo de sus pies, cómo explicar la situación, primero a sus padres y luego a una sociedad tan cerrada y pequeña y pacata como la de aquel barrio, y más siendo ella la hija de tales personajes asistentes a toda celebración litúrgica, miembros de cuanto grupo laico católico hubiese y archi conocidos chupa cirios de la comunidad.
Pero peor aún era que esa comunidad se enterara con quién , o mejor dicho, quién era el padre de la criatura que esperaba.
Cuando se enteraron que Carlos se volvía a México por una enfermedad de su padre y que en poco tiempo lo reemplazaría alguien enviado en su lugar del mismo origen, nadie sospechó el motivo verdadero de la huida del  profe de equitación. La que lo sabía ni pio iba a decir, así que todo se durmió en una siesta de verano, esperando mejores momentos para enfrentar la verdad.
Y la verdad no se hizo esperar y en unos meses tomó forma de cuerpo humano, y con un berrido de mil putas el Carlos segundo hizo irrupción en esta vida, dándole vueltas a todo un discurso timorato de los defensores de la palabra de vida y toda la sanata habida y por haber y se encargaron de ocultar muy bien la procedencia del recién llegado...casi, casi, como si hubiese sido por obra y gracia del espíritu santo.
Después de un tiempo se supo que Carlos había vuelto por Alina, que se encontraban en la Capital, que se iban a casar y que el Padre Carlos había dejado los hábitos y renunciado a su sacerdocio por amor a Alina y a su hijo.
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                                                                  asheclownhualot                         


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