sábado, 13 de julio de 2013

La maldición


                                                  La maldición
  

Ella nunca supuso que él la “madrugaría”. Él la vio, desde que comenzó el baile y se le fue acercando sigilosamente, aprovechando la oscuridad, hasta quedar pegado a ella. Cuando la tocó y le dijo hola, ella sintió la alegría inmensa de verlo y comprobar que había cumplido su palabra y con su mano  izquierda le apretó los pómulos en un  gesto de cariño, de tal modo que sus labios quedaron expuestos en relieve y él como un rayo la besó: fue un beso robado, un beso corto, apurado, rápido, furtivo, que le iba a costar muchos sinsabores. Pero qué le importaba a él lo que le costara, después de haber deseado tanto tiempo poder lograrlo. Por ese beso muchas noches no durmió, y la pasó urdiendo mil planes posibles sin hallar una solo idea de cómo llevarlos a cabo.
 Quedó en la gitana una mezcla de amor y odio inconsolables, que solo pudo controlar cuando pudo lanzar la maldición. Con su anatema consiguió que el osado aventurero capaz de robarle un beso, nunca más pudiese  besar otros labios y asegurarse que esa boca fuese única y solamente suya, aunque nunca más los dejase besar sus labios nuevamente.
Quedó en él una mezcla de dulzura y de cruel venganza, ya que esa maldición era como un regalo de la gitana, pues, si bien nunca más la podría besar, moriría con la felicidad de haber besado por única vez a quién más había amado y que ella muriese deseando volver a besar esa boca, la suya, maldita por ella misma.


                                                                                        asheclownhualot

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