El espejo
Ella llegó hasta donde él estaba caminando con aire
displicente. Se sonrió cuando estuvo bien cerca y luego cambió el semblante al
verle el rostro, aceptó de cualquier modo un beso en el rostro como saludo. Él
la invitó a sentarse y le acomodó su asiento, lo que ella agradeció buenamente.
Se miraron un instante y ella sacando un cigarrillo de su estuche le pidió
fuego. Él presto acudió con su encendedor, temblaba tanto que apenas si podía
mantener el pulso, ella lo notó y tomó su mano para poder encender el
cigarrillo y enseguida lanzó una buena bocanada de humo con mucha fuerza, como
sacando algo molesto de su garganta. Él necesito a su vez un tiempo para
encender el suyo y le dio una primer pitada tan honda que consumió un cuarto
del cigarrillo.
- Y bien Ernesto estoy intrigada y ahora muy preocupada.
Supongo, después de tanto tiempo sin vernos, que me hayas citado en el mismo
lugar donde rompimos con nuestra relación hace un largo tiempo, me da que
pensar en algún absurdo.¿ Qué es lo que te ocurre? Te ves horrible-
Ernesto buscó al mozo y le pidió dos café - El mío cortado
dijo ella-
La miró fijamente, sus ojos eran los de un hombre
atormentado, y rompiendo el silencio le
dijo: Luisa eres la única persona en quién confío, a pesar de estar tanto
tiempo sin vernos, no tengo a nadie más, tengo un miedo horrible, pavoroso,
algo o alguien se quiere apoderar de mí y siento que no tengo escapatoria.
Resulta que en el departamento donde vivo, el mismo que vos
conoces, desde hace unos dos meses, por las noches comencé a escuchar ruidos
extraños. Primero me parecieron ser ruidos producidos por las dilataciones y
contracciones de las paredes mismas. Luego de unos días se le sumaron otros que
parecían ser pisadas por encima del cielorraso. Lo atribuí a la existencia de
alguna laucha o ratón que se hubiera logrado meter por alguna rendija. Más
adelante comencé a escuchar como un gemido…no, mejor dicho, un llanto
quejumbroso, pero esta vez proveniente del piso.
Te imaginarás que a partir de esto último ya me costó
conciliar el sueño y desde entonces es que ando como un robot todo el día, durmiéndome en el trabajo, en el
subterráneo; ya me fui varias veces hasta la estación terminal, y lo peor es
que me apareció una jaqueca terrible que me gana por momentos y me turba de tal
modo que pierdo el control de mis actos.
Par completar desde hace quince días, en el centro del cuarto,
apareció una luz violácea que parece salir del suelo y del cielorraso y que
forma una figura similar a un espejo, de un tamaño algo mayor que mi persona y desde el centro del mismo
salen unos brazos que me piden que me acerque hacia ellos, como que me llaman,
como que me necesitan y su influjo es cada vez más fuerte. Hasta ahora he rechazado este reclamo, pero
cada vez me cuesta más evitar acercarme un poco más y he llegado casi a tocar
sus dedos y he salido corriendo del cuarto, tan atolondrado que casi caigo por
las escaleras. Me estoy volviendo loco, no sé qué pensar ni qué hacer, no doy
más. Dijo esto último con sus manos agarradas a su cabeza y su cabeza casi tocando
la mesa del bar. Y desde esa posición con una voz desgarrada, como si
no fuera la de él mismo,le pidió que no lo abandonara y lo ayudara.
Ella estaba horrorizada, lo miraba con espanto y presintió
su locura, debía salir de esa situación de manera conveniente, de tal modo de
no contrariarlo y conseguir primero conservar su integridad y luego, un lugar
seguro para él, que no fuera seguramente el regreso a su departamento. Está bien Ernesto, no te abandonaré, estoy con
vos.
Se le ocurrió que llamar a su pareja un médico neurólogo y
siquiatra, pero como no podría hablar con él frente a Ernesto, le dijo que la
esperara un momento mientras iba al baño. El asintió y ella marchó. Ya en el
baño, llamó a su novio y le contó de modo breve lo que ocurría y qué le
aconsejaba. El dudó unos segundos pensando cómo resolver la cuestión y por
último le propuso que ella lo visitase
esa misma noche en el departamento, para comprobar ambos que era realmente lo
que estaba ocurriendo y que a ella la acompañaría un “médium” conocido y de
reputación comprobada. Cortó y volvió hacia la mesa. El ya no estaba. El mozo
le dijo que después de unos instantes, lo llamó, pagó lo consumido y le dejó un
sobre para ella. Ella se fue directamente hacia
el consultorio de su novio y espero hasta que se desocupara. Cuando
salió el paciente, ella se metió tan pronto como pudo, antes que lo hiciera el
paciente que seguía, ganándose una puteada del mismo. Pero Romina, estás loca,
esas cosas no pueden pasar, no has tenido tacto, qué te pasa?
Es que estoy fuera de mí, discúlpame, pero es que Ernesto no
me esperó y se fue antes que yo volviera del baño y me dejó este recado que
tengo aquí en la mano. El médico ya mal humorado, mirando hacia arriba, como
suplicando algo de paciencia, le pidió que leyera el mensaje, decía : perdón que no te haya esperado y también el
tiempo que te hice perder, no quiero meterte en problemas, olvídate de todo lo
que te conté, esta noche terminará esta pesadilla, es que no tengo alternativa,
las cartas estás echadas, esta noche
aceptaré el reto y por fin descubriré el secreto que encierra ese maldito
espejo.
El médico sacudiendo la cabeza, muy terminante dijo: se ha
brotado y en ese estado es capaz de
hacer cualquier locura. Andá para tu casa, cuando termine mi tarea, te voy a
ver y pensamos que hacer si es que nos da tiempo. Se saludaron y salió por la
puerta del servicio para evitarse otra puteada del paciente desairado.
Por la tarde se encontraron en el departamento de ella, se
veía preocupada, pero mucho más tranquila que por la mañana. Las pulsaciones
habían bajado y si bien el deber y la responsabilidad, se mantenían firmes, la
locura contagiada por Ernesto se había disipado, por lo que al médico no le fue
tan difícil abrazarla, besarla y luego de un pequeño juego, tener un buen
momento de sexo, donde ella se relajó totalmente haciendo las delicias de su
pareja.
Después de una ducha
renovadora y una buena merienda ya en el atardecer, se largaron para el
departamento de Ernesto, con el objetivo de poder presenciar, si lo lograban,
las apariciones fantasmagóricas en el cuarto “maldito”.
Subieron hasta el 6to. Piso, se encaminaron al departamento
D, y tocaron el picaporte para ver si estaba la puerta con llave.
Increíblemente la puerta cedió y con mucho sigilo ambos se metieron en un
pequeño hall. Ella lo tomó de la mano y lo llevó por un pasillo y se metieron
en un cuarto atestado de bártulos y allí se quedaron a la espera. Ella después
de un rato le dijo: esperame acá que voy a ir hasta el cuarto a ver si está, no
sea que estemos perdiendo el tiempo. Bueno, le dijo, pero un minuto y si no te
voy a buscar. Ella caminó sin hacer el mínimo ruido y se asomó y vio a Ernesto en la cama, vestido, tirado todo a lo largo y
con los ojos cerrados, respirando normalmente. Se volvía cuando ya tenía atrás a su novio que ni la dejó mover
siquiera. Espió él mismo y concluyó que estaba dormido y que dormiría toda la
noche y que al otro día al despertar su
mente fabricaría toda la fantasía que le contó a Luisa. Decidieron irse, pero
por las dudas se animaron a entrar en el cuarto, para comprobar bien de cerca
que todo estaba normal. Efectivamente Ernesto dormía plácidamente, sin un
mínimo movimiento que hiciera pensar en extrañas irrealidades y ensimismados en esa apreciación
no notaron como una luz violácea por detrás de ellos tomó forma de espejo y
unos brazos se les fueron aproximando hasta aprisionarlos a ambos mientras una horrenda carcajada les
helaba la sangre.
Ernesto se despertó a eso de las diez de la noche. Se dio
cuenta que se había dormido vestido. Al levantarse e ir hacia el baño sintió
una corriente de aire y vio la puerta del departamento abierta. Pensó cómo
estaría de distraído que ni siquiera atinó a cerrarla. Sintió hambre, como si
hiciera días que no comía, así que sin pensar más se arregló un poco la ropa,
se peinó y se fue a cenar a un bodegón
cercano un buen bife a caballo, con doble porción de papas fritas, acompañado
de un buen” chianti”.
En cuanto a Luisa y su pareja, desaparecieron y nunca se
supo de ellos. Se los tragó la tierra.
asheclownhualot
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